Dice el refrán que Roma no se hizo en un día, y nosotros podemos agregar que Italia tampoco.
La pluralidad, variedad y atractivo de las 20 regiones italianas se comprende mejor si hacemos un breve repaso por su historia. Por sus idas y venidas, sus guerras, las diferentes influencias que pasaron por la península itálica. No, Roma no se hizo en un día, ni Italia tampoco y, posiblemente de ahí proceda en gran medida su belleza, su encanto y su complejidad.
El Imperio romano
¿Qué tanto pensás en el Imperio romano?
Es lo que primero se le viene a la cabeza a las personas al hablar sobre la historia de Italia. Pero, aunque los romanos fueron la primera gran civilización en dominar la península, antes de su llegada esta tierra estaba ocupada por otra gente: los etruscos, quienes controlaban el centro de la península en el siglo VII a.C. Al mismo tiempo, los griegos lo hacían en la zona sur, concretamente en el VIII a.C., cuando fundaron las llamadas ciudades-Estado independientes.
Mientras etruscos y griegos ocupaban Italia, ya se fraguaban los albores del imperio que sería. Pero primero, debía nacer Roma, la ciudad más importante y poblada de Italia hasta nuestros días. Su nacimiento está ligado a la leyenda de Rómulo y Remo: los dos hermanos gemelos que fueron amamantados por una loba al quedar huérfanos. Cuenta la leyenda que Rómulo mató a Remo, y que de ahí viene el nombre de la ciudad, que se fundó en el 753 a. C. a orillas del Río Tíber. Al principio no era una ciudad importante, pero poco a poco conquistó territorio y a todos los pueblos de la península.
Roma fue primero una monarquía, luego una república y finalmente, con la llegada de Julio César al poder, un imperio.
Entre leyenda e historia, el crecimiento de Roma marcó la grandeza del imperio, que empezó con la expulsión de los etruscos y un ansia de poder que se fue extendiendo por el resto del territorio. Esa gloria se mantuvo durante todo un milenio: desde el siglo V a. C. al V d.C. En la capital del imperio se estableció el poder político, con el César a la cabeza, y se alzaron monumentos aún hoy imponentes como el Coliseo o el Panteón.

El imperio no se ciñó solo al territorio italiano, sino que supuso también la expansión a lo largo del Mediterráneo, llegando a abarcar la Península Ibérica y territorios de Francia, Gran Bretaña, Europa Central y Oriente Medio hasta Armenia. Esta expansión no cesó hasta principios del siglo II, cuando comenzó una etapa de estancamiento, que dio paso a una posterior decadencia.
La Edad Media
La Edad Media en Italia estuvo marcada por la caída del imperio, que se había dividido en dos al final de sus días: el Imperio romano de Occidente, con sede en Roma, y el Imperio romano de Oriente, en Constantinopla.
La caída de Roma en el año 476 (siglo V) en mano de las invasiones bárbaras es el momento histórico que marca el comienzo de la Edad Media. Mil años después, la caída del Imperio romano de Oriente o Imperio bizantino en 1454 delimita el fin de esta edad.
Para comprender mejor este período, vamos a dividirlo en dos etapas:
Alta Edad Media
Va desde 476 al año 1000. Y uno de los principales sucesos de esta etapa fue la ocupación por parte de los pueblos germanos del Imperio romano de Occidente. Al mismo tiempo, la mitad oriental florecía, ahora bajo el nombre de Imperio bizantino. Y los lombardos, parte de los pueblos germánicos que tuvieron que abandonar sus tierras hacia Italia, se abrieron paso hacia el sur.
En resumen: con la caída del Imperio romano y las invasiones bárbaras, Italia vivió varios siglos de luchas constantes por el dominio de la península.
Un punto de inflexión de esta etapa fue la entrada en escena de Carlomagno y los Estados Pontificios con los papas gobernando la tierra más allá de lo que hoy conocemos como el Vaticano. En una serie de luchas por el poder, Carlomagno derrota a los lombardos para proteger al papado, y se convierte en su rey.
Carlomagno fue hasta su muerte el rey del Sacro Imperio romano germánico, que incluía a Italia, pero su base de poder fue siempre inestable. La falta de un poder central favoreció, a partir del siglo XII, el autogobierno de varias ciudades. Estas divisiones provocaron, no solo un periodo de conflicto y guerras, sino también la división de Italia en pequeños Estados.
Baja Edad Media
Con la muerte de Carlomagno, incrementaron las luchas entre sus hijos por el poder, esto dio lugar a un período de guerras civiles. Por si fuera poco, en el siglo X también se produjo el enfrentamiento entre la Iglesia y el Imperio, o lo que es lo mismo la lucha “papa vs emperador”: estas fueron llamadas las luchas güelfos y gibelinos. Los primeros estaban del lado del papa y los segundos de la figura del emperador.
Estas disputas fueron solo el inicio de una época cargada de conflicto, que tuvieron como resultado la división del país: a fines de la Edad Media existían seis Estados: el ducado de Saboya, el de Milán, las repúblicas de Florencia y Venecia, los Estados Pontificios y el reino de Nápoles.
Mientras en otros países europeos, como Francia y España, ya se empezaban a formar los Estados nacionales, Italia estaba muy fragmentada y no existía, desde la caída del Imperio romano, una fuerza política que gobernara de forma unitaria. Una división que todavía hoy se aprecia en la situación política y cultural de Italia, que conserva grandes diferencias entre las ciudades del norte y el sur.
El Renacimiento italiano
Italia fue la cuna del Renacimiento. Se inició en la Toscana, concretamente en las ciudades de Florencia y Siena y, posteriormente, tuvo un gran auge en Roma y Venecia. La cúlmine del Renacimiento, a fines del siglo XV, coincide con una época de invasiones que sembraron el caos en la región; pero que no impidieron que las ideas del Renacimiento se expandieran al resto de Europa.
Fue un movimiento cultural y social que permitió la transición entre la Edad Media y la Era Moderna. Fue mecenazgo, arte, ciencia, cultura e idioma. Algunos de sus mayores exponentes son referentes de sus campos, como Petrarca, Dante Alighieri y Maquiavelo; Miguel Ángel, Leonardo da Vinci y Botticelli. La Iglesia de Santa María del Fiore, en Florencia, o la Basílica de San Pedro, en Roma, son solo algunos ejemplos de la grandeza que aún hoy conserva el país.
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No obstante, a pesar del auge cultural y el crecimiento económico, la fragmentación política de Italia continuó, debido a la división en Estados pequeños en gran parte del territorio. Esto fue una debilidad para los italianos, quienes vivieron durante mucho tiempo bajo dominio extranjero. Diferentes naciones controlaban las regiones italianas, incluso Napoleón Bonaparte invadió Roma a finales de 1700. La derrota del general francés fue el desencadenante de un período nuevo en el país, la unificación.
La Unificación de Italia
Hay dos hechos que marcaron este período:
- La caída de Napoleón en 1814 y el deseo de expulsar al Imperio austríaco del norte de Italia que dio paso a la Unificación.
- La toma de Roma por parte del rey Vittorio Emanuele II en 1870, hito de esta época que concluyó la unificación, y también determinó la monarquía como forma de Estado.
La Unificación, sin embargo, duró décadas, y se dividió en varias etapas. En conjunto, podemos decir que se caracterizó por el espíritu revolucionario y de unión de los pueblos. Pero en resumen, el Risorgimiento italiano supuso la unión de los Estados que existían cuando Napoleón se retira de Italia.
¿Cuáles eran estos 7 estados?
- El reino de Cerdeña (Cerdeña y Piamonte)
- El reino de las Dos Sicilias
- Los Estados de la Iglesia
- El reino Lombardo-Veneciano
- Los ducados de Parma, Módena y Toscana
¿Cuáles fueron las etapas de la Unificación?
- Guerra contra Austria e incorporación de Lombardía
- Anexión de los Estados de Parma, Módena y Toscana
- La revolución de las dos Sicilias
- Incorporación de Venecia
- Incorporación de Roma: En septiembre de 1870 Vittorio Emanuele II ordenó a sus tropas ocupar Roma y declaró la ciudad capital del reino de Italia. No obstante, el Papa no reconoció la autoridad del rey. Este hecho hizo que la llamada “Cuestión Romana” se prolongase hasta 1929. Sí, unas cuantas décadas más, cuando se firmó Tratado de Letrán, que reconocía el Estado del Vaticano.
Italia en las guerras mundiales
Italia en la Primera Guerra Mundial
Tal vez aprendiste en el colegio o en cursos de italiano que Italia se mantuvo neutral casi hasta el final de la Primera Guerra Mundial (1914-1918). Los bandos de esta guerra se dividían en las Potencias Centrales o la también llamada Triple Alianza, con Alemania, Italia y el Imperio austro-húngaro; y la Triple Entente, con Francia, Reino Unido y Rusia.
Al principio, los italianos no sabían qué hacer: algunos pensaban que era demasiado débil para entrar en una guerra, y querían pactar con Austria. Otros insistían en pelear. Vittorio Emanuele se decidió por la segunda opción y pactó con Inglaterra, declarando la guerra a Austria en 1915. El rey quería asegurarse los territorios ocupados por los austríacos.

La Gran Guerra marcó el fin del período de Unificación de Italia, pero también fue el caldo de cultivo para la llegada del nacionalismo y el fascismo, de la mano de el Duce, Benito Mussolini.
Italia en la Segunda Guerra Mundial
Italia todavía se estaba recuperando de la Primera Guerra cuando llega al poder Benito Mussolini, en 1922. El Duce fue una figura autoritaria que, aunque fue elegido democráticamente, utilizó todos los mecanismos posibles para corromper y moldear Italia a su gusto. Fue nacionalista y fascista, aliado natural de Hitler y de la Alemania Nazi. Mussolini fue cabeza de las Potencias del Eje durante la Segunda Guerra Mundial, luchando junto a Alemania y Japón contra los Aliados (Francia, Reino Unido, Estados Unidos y la Unión Soviética).
La derrota de Italia y Alemania, más el complot que el rey Vittorio Emanuele II trazaba en las sombras, determinaron la caída de Mussolini. Un año después del fin de la guerra, un referéndum derrocó también la monarquía, e Italia pasó a ser una república, estatus que mantiene hasta nuestros días.
Hoy, Italia sigue teniendo toda esa complejidad, historia y riqueza cultural. Lleva en carne viva la herencia del pasado, aquellos momentos, personajes e ideas que hacen de Italia el país que es actualmente. Y al que querrás volver una y otra vez en cuanto lo descubras en tus clases de italiano en montevideo.