En el complejo tapiz de la vida, los seres humanos muchas veces nos vemos en una posición paradójica. Por un lado, somos una especie entre miles y miles que habitan este planeta, inseparablemente conectados con la naturaleza. Pero, si somos honestos, nuestra percepción y comportamiento a veces nos llevan a sentirnos ajenos a este entorno, como si fuéramos simples espectadores en lugar de participantes activos. Esta dicotomía refleja una perspectiva que la humanidad fue adoptando a lo largo de su historia, una que quizás nos habilitó avanzar tecnológicamente, pero que también nos alejó de nuestras raíces.
Sin embargo, hay quienes sí comprendieron la importancia de entender y respetar la naturaleza. Estos individuos, los biólogos, dedican sus vidas a explorar y descifrar los misterios de la vida en todas sus formas. Gracias a su incansable curiosidad y dedicación, pudimos conocer, descubrir y acercarnos a especies animales que de otra manera habrían quedado en el anonimato. Cada hallazgo, cada nuevo conocimiento, nos recuerda que somos parte de un todo mayor, un ecosistema interconectado donde cada ser tiene un papel vital.

Hoy, queremos rendir homenaje a estos grandes descubrimientos animales. A través de este artículo, queremos explorar algunos de los hallazgos más impactantes en el reino animal, aquellos que cambiaron nuestra comprensión de la biología y nos acercaron un poco más a la esencia de la vida en la Tierra. Estos descubrimientos, además de ser testimonio del ingenio humano, también son testimonio de la increíble diversidad y complejidad de la naturaleza.
1901
Descubrimiento del Okapi
1929
Descubrimiento del Bonobo
1938
Descubrimiento del Celanto
1963
Descubrimiento del comportamiento de los gansos grises
1976
Descubrimiento del Lémur ratón pigmeo
Okapi
Para 1901, el mundo de la zoología se vio sorprendido por un descubrimiento en las selvas del Congo. Esta vez no se trató de encontrar un animal que se creía perdido, sino que fue el hallar un animal que no se consideraba que existiera. Un animal que desafiaba las categorías tradicionales de la clasificación animal, parecía una mezcla entre una jirafa y un ciervo.
Quién encontró el okapi fue el explorador y naturalista británico Sir Harry Johnston, aunque se cree que los nativos del Congo podrían haber conocido su existencia. Johnston obtuvo fragmentos de piel y cráneos de okapis de los pigmeos del Congo y los envió al Museo Británico en Londres. Los científicos, al examinar estos especímenes, se dieron cuenta de que se trataba de una nueva especie, un pariente cercano de la jirafa, pero con características únicas.
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De esta manera, el okapi introdujo una nueva categoría biológica dentro de la familia de las jirafas (Giraffidae). Aunque comparte similitudes con la jirafa, como las rayas en las patas y la lengua larga y prensil, el okapi tiene un cuerpo más corto y robusto, y un pelaje marrón rojizo que lo hace único. Esta combinación lo coloca en una posición intermedia entre las jirafas y otros ungulados, lo que llevó a reconsiderar las relaciones evolutivas dentro de este grupo.
Bonobos
Los bonobos, también conocidos como chimpancés pigmeos, son una especie de primates que se encuentran en las selvas tropicales de la República Democrática del Congo. Aunque inicialmente se pensaba que eran una subespecie de chimpancé, estudios posteriores revelaron que los bonobos tienen características que los distinguen, por lo que fueron reconocidos como una especie distinta de los chimpancés comunes (Pan troglodytes) en 1929.
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Lo más interesante acerca de los bonobos es su comportamiento pacífico y su capacidad para resolver conflictos de una forma no violenta. A diferencia de los chimpancés comunes, que pueden ser agresivos y territoriales, los bonobos usan el contacto físico, como el acicalamiento y el sexo, para reducir la tensión y mantener la cohesión social dentro de sus grupos.

De esta manera, su estudio tuvo un gran impacto en la psicología y la neurociencia. Los investigadores usaron a los bonobos como modelos para estudiar la cognición social, la empatía y la toma de decisiones. Estos hermosos animales nos demostraron tener habilidades cognitivas avanzadas, como la capacidad de reconocerse a sí mismos en un espejo, una habilidad que también se encuentra en los seres humanos y en algunos otros primates. Por lo que nos brindó información sobre los mecanismos neurológicos subyacentes a la empatía y la cooperación, ofreciendo comparaciones significativas con el funcionamiento humano.
La investigación sobre los bonobos sugiere que la empatía y la cooperación pueden estar profundamente arraigadas en nuestra biología y evolución, otorgandonos una base para entender mejor el comportamiento humano.
En 1859, la publicación de "El origen de las especies" de Charles Darwin revolucionó la biología y cambió nuestra comprensión de la vida en la Tierra. Aunque no se trataba del descubrimiento de una especie en particular, este trabajo sentó las bases para la teoría de la evolución por selección natural, explicando cómo las especies cambian y se adaptan a lo largo del tiempo.
Celanto
Situémonos a fin de año en 1938, cuando el mundo de la biología y la paleontología se vio movilizada por un descubrimiento completamente inesperado. Un pez que se creía extinto desde hace millones de años fue capturado vivo frente a las costas de Sudáfrica. Este pez, conocido como el celacanto, pertenecía a un linaje que los científicos pensaban que estaba desaparecido junto con los dinosaurios. Imaginen lo impactante, encontraron un animal tan perdido como lo son los dinosaurios.
El celacanto, o Latimeria chalumnae, era conocido solo a través de fósiles que databan de hace aproximadamente 65 millones de años; pensar en esa cantidad de años es casi imposible. A través de investigaciones, los científicos habían llegado a la conclusión de que este pez, con su característica aleta lobulada, había desaparecido junto con muchas otras formas de vida durante la extinción masiva del Cretácico-Paleógeno. La idea de que un animal tan antiguo pudiera haber sobrevivido hasta la era moderna parecía completamente inverosímil.
El celacanto vivo fue capturado por un pescador sudafricano llamado Hendrik Goosen, quien lo espontáneamente un día que pescaba frente a la costa de East London, Sudáfrica. Acto seguido, el pez fue llevado a Marjorie Courtenay-Latimer, una conservadora del Museo de East London, quien instantáneamente reconoció su valor. Aunque el espécimen estaba en mal estado, Courtenay-Latimer logró preservarlo y enviar dibujos y descripciones a J.L.B. Smith, un ictiólogo sudafricano. Smith, al ver las características únicas del pez, confirmó que se trataba de un celacanto vivo.
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¿Qué impactos tuvo?
Biología evolutiva y conservación
Hasta entonces, los científicos habían basado gran parte de su comprensión de la evolución de los peces en fósiles y en la teoría de que ciertos linajes habían desaparecido. La existencia de un celacanto vivo demostró que algunos linajes antiguos también habían sobrevivido y evolucionado de maneras que los científicos no pudieron saber. Este hallazgo subrayó la importancia de la biodiversidad y la necesidad de explorar y conservar ecosistemas que podrían albergar especies desconocidas o consideradas extintas.
Cultural y científico
El celacanto se convirtió en un símbolo de la resistencia y la adaptabilidad de la vida en la Tierra. Su descubrimiento capturó la imaginación del público y de la comunidad científica, inspirando una nueva ola de investigación y exploración. Los científicos comenzaron a reevaluar sus teorías sobre la extinción y la evolución, y el celacanto se transformó en un ejemplo de cómo la naturaleza puede sorprendernos con su capacidad para sobrevivir y adaptarse.
Increíble, ¿no?
Gansos grises
En esta ocasión no vamos a hablar del descubrimeinto de una nueva especie, de cuando se conocieron a los ganzos, sino los hallazgos a través del estudio del comportamiento de los mismos. En 1963, Konrad Lorenz, uno de los fundadores de la etología, realizó estudios pioneros sobre el comportamiento de los gansos grises que cambiaron nuestra comprensión de cómo los animales aprenden y se desarrollan.
La impronta es un proceso en el cual las crías de ganso siguen al primer objeto en movimiento que ven después de nacer, generalmente su madre. Pero hay algo más, en sus experimentos, Lorenz descubrió que las crías de ganso podían imprimirse en él mismo, siguiéndolo como si fuera su madre. Este descubrimiento reveló que el comportamiento de los animales no es completamente innato ni completamente aprendido, sino que puede ser una combinación de ambos.

La impronta demostró que ciertos comportamientos pueden ser programados durante un período crítico temprano en la vida de un animal, lo que tiene implicaciones significativas para nuestra comprensión del desarrollo y el aprendizaje.
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Los aportes de Lorenz fueron:
- En primer lugar, su trabajo sentó las bases para la etología, la ciencia del comportamiento animal, y proporcionó una metodología para estudiar el comportamiento de manera sistemática y científica.
- En segundo lugar, sus descubrimientos sobre la impronta tuvieron aplicaciones prácticas en la crianza y el manejo de animales, así como en la conservación de especies en peligro de extinción.
- Además, los hallazgos de Lorenz influyeron en la psicología del desarrollo humano, sugiriendo que ciertos comportamientos y vínculos emocionales pueden formarse durante períodos críticos en la infancia.
Lémur ratón pigmeo
Madagascar es conocida por su increíble biodiversidad, con una alta proporción de especies endémicas que no se encuentran en ningún otro lugar del mundo. De hecho, la isla se separó del continente africano hace aproximadamente 88 millones de años, permitiendo que sus especies evolucionen de manera única y aislada. Los lémures, en particular, son un grupo de primates que se están solamente en Madagascar y las islas Comoras.
El lémur ratón pigmeo (Microcebus berthae) fue descubierto en 1976 en el Parque Nacional Kirindy Mitea, en el oeste de Madagascar. Este pequeño primate, que pesa solo alrededor de 30 gramos y mide aproximadamente 12 centímetros de longitud, es uno de los primates más pequeños del mundo.
Este pequeño primate nos demostró que incluso en ecosistemas bien estudiados, como los bosques de Madagascar, todavía quedan muchas especies por descubrir. Y la identificación de nuevas especies, la comprensión de su importancia ecológica, nos llevan a un mayor enfoque en la conservación y la protección de los hábitats naturales. Esto, a su vez, benefician a las comunidades humanas que dependen de estos ecosistemas para su sustento y bienestar.
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